Los roscones son, muy a nuestro pesar, un postre estacional que tiene poco recorrido más allá de lo que dicta el periodo navideño. Sus ingredientes principales –una masa similar en sabor a un bollo suizo, fruta escarchada y nata– son una combinación tan sencilla como irresistible para el paladar de la mayoría de los mortales. Sin embargo, bajo la apariencia similar que puedan tener unos y otros a simple vista se esconden diferencias insalvables que repercuten en la salud, el sabor del roscón y en su precio final. Por eso queremos compartir varios consejos para comprar un roscón que debemos tener en cuenta antes de elegirlo.
Tal y como cuenta la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en este artículo, hay que tener en cuenta una cosa muy importante: los ingredientes que se utilizan tanto para el relleno como para la masa.
Por ejemplo, los roscones que solemos encontrar en supermercados, cuyo precio es notablemente menor a los de una pastelería tradicional, suelen utilizar en la elaboración de la «masa madre» un mix vegetal con aceites de coco o de palma que además de ser poco saludables para nuestra salud, repercuten en el sabor final del postre.
La misma situación se da en rellenos como la nata, para cuya preparación se recurre de nuevo a aceites poco saludables. Esto no suele ocurrir en las pastelerías, que montan una nata auténtica, lo que, como es lógico, hace encarecer el producto.
Si optamos por comprar un roscón grande y hermoso en pastelería, tenemos que tener en cuenta que el precio ronda entre los 40 y 60 euros por un ejemplar de 1 kilo que tenga relleno de nata.
En el caso de los roscón low-cost de supermercado, el precio puede rondar los 15 euros, según nos detalla la OCU.
En los últimos años hay maestros reposteros que están apostando por darle un toque de innovación a un postre que siempre ha tenido un gran peso tradicional. Eso no significa en ningún caso que al comprarlo estemos optando por un roscón de peor calidad, en muchos casos ocurre precisamente lo contrario.
Es por ejemplo el caso de María Navascués, una «arquitecta gastronómica» que tiene en su catálogo roscones con sabor chocolate (masa incluída), gintonic o champagne y fresas. Un verdadero lujo para foodies que le han colocado en el Olimpo de los roscones a nivel nacional gracias a su empresa La Rosconada que hacía roscones salados y dulces durante todo el año. Ahora, a pesar de que trabaja en solitario y de forma más estacional, sigue siendo un referente en el sector por su destreza e innovación gracias a sus roscones de autor, tal y como detalla en esta entrevista.
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