Los pickles o encurtidos han existido durante siglos, pero en los últimos años han experimentado un resurgimiento en la gastronomía contemporánea, ganándose un lugar destacado tanto en restaurantes de alta cocina como en las despensas de los hogares. Con una combinación perfecta de sabores agrios, dulces y salados, los pickles ofrecen una explosión de sabor que los hace irresistibles. Además, su versatilidad y beneficios para la salud los han convertido en un favorito de quienes buscan opciones más saludables y sostenibles en su dieta.
¿Qué son los pickles?
El término pickle proviene del inglés y hace referencia a cualquier alimento, generalmente vegetales, que ha sido encurtido o conservado en una solución de vinagre, agua y sal. Este proceso, conocido como fermentación o encurtido, no solo preserva los alimentos, sino que también les otorga un sabor distintivo, ácido y refrescante, que es lo que caracteriza a los pickles.
Aunque los pickles más comunes son los de pepinillos, prácticamente cualquier verdura o incluso frutas pueden encurtirse: zanahorias, cebollas, coliflor, remolacha, rábanos, jalapeños, y muchas más. Existen dos métodos principales de encurtido:
- Pickles en vinagre: Consiste en sumergir los alimentos en una mezcla de vinagre, sal, agua y, a veces, azúcar y especias. Esta mezcla actúa como conservante y añade un sabor ácido intenso.
- Pickles fermentados: En lugar de usar vinagre, se basa en el uso de salmuera (agua con sal) para estimular la fermentación natural de los vegetales. A medida que las bacterias beneficiosas fermentan los azúcares de las verduras, producen ácido láctico, que conserva los alimentos y les da un sabor más suave y complejo.
Los pickles se utilizan como aperitivos, guarniciones o para dar un toque extra de sabor a platos principales. Su textura crujiente y su sabor agridulce pueden transformar una comida sencilla en algo mucho más interesante.