La vemos en los estantes del supermercado, en anuncios de televisión, en blogs de tendencias, en reclamos de nuevos restaurantes…. pero ¿qué es la comida ecológica y qué diferencias hay con la comida que consideramos convencional?. Es posible que ya tengas una idea de lo que es, pero …¿sabes también cuáles son las ventajas de su consumo y los datos actuales, como por ejemplo que en 2015 España tiene 1,6 millones de hectáreas de cultivo biológico y es el país europeo donde está más extendido este tipo de actividad ya que hay 30.500 productores?.
Los alimentos ecológicos son aquellos cuya producción ha seguido un proceso natural, es decir, no ha recurrido a ningún producto químico como pesticidas, herbicidas, hormonas de crecimiento, antibióticos o fertilizantes, además de desechar el uso de conservantes o vacío, secado, el frío o las fermentaciones. Por el contrario, el desarrollo productivo está basado en ingredientes y mecanismos que han respetado el ciclo natural de la naturaleza respetando al máximo al medio ambiente.
Aunque hoy en día es difícil no enterarse de si estás comprando un producto ecológico o no (sobre todo porque suele estar más publicitado), si quieres estar 100% seguro tendrás que fijarte si tiene el distintivo europeo que garantiza su autenticidad.
Desde el año 2000 los productos de la agricultura ecologica de la Unión Europea cuentan con dicho sello, que garantiza que su contenido tiene al menos un 95% de pureza orgánica.
Sin embargo, este no es el único sello o aval que nos vamos a encontrar en los productos eco puesto que determinados organismos públicos o privados pueden tener uno propio, que es totalemente compatible con el europeo.
En el primer caso, hay un organismo en España, el Consejo Regulador de Agricultura Ecológica, que vela por la autenticidad de los productos ecológicos y que transfiere competencias a las comunidades autónomas, que son las que emiten su propio aval –en esta lista aparecen–. En el segundo caso, hay empresas privadas autorizadas, generalmente europeas, que pueden igualmente emitir su propio aval. Es el caso, por ejemplo, de Bioagricert, Sohiscert, Ecocert o BCS Öko Garantie, entre otras.
Frutas y verduras
Carne y pescado
Arroz, pasta y legumbres
Cereales, harina, leche y lácteos
Ropa y productos del hogar (prendas hechas de ecoalgodón, lino…)
Productos para la higiene y cosméticos (desinfectantes eco, detergentes eco…)
En la app mentta tenemos más de 1.500 productos ecológicos
Es probablemente la pregunta que suscita más polémica ya que podemos encontrar opiniones encontradas en función de los intereses que tenga cada uno. Si intentamos aportar análisis de diferentes artículos y medios de comunicación encontraremos distintas perspectivas, que sin ser del todo definitivas, parecen decantar la balanza del lado «eco».
Aunque a priori pueda parecer que hay una diferencia de conceptos, no es más que una simple diferencia idiomática. Desde la OCU detallan que ‘Ecológico’ es en castellano. ‘Biológico’ en francés y ‘Orgánico’ en inglés».
En este artículo de Eldiario.es de finales de 2015, detallan que «España es uno de los grandes productores mundiales de alimentos ecológicos y también la que mayor superficie y número de productores tiene en la Unión Europea[…]. Es el noveno país en el mundo en número de productores ecológicos o el segundo país de Europa en número de certificados concedidos de agricultura ecológica.
A pesar de ello, el consumo en España no es proporcional con estos datos. «De hecho sólo el 25% de lo que se produce se consume aquí, lo que hace que las otras tres cuartas partes acaban siendo de provecho fuera de nuestras fronteras.»
Es probablemente la pregunta más repetida cuando hablamos sobre comida ecológica. En el citado artículo de Eldiario.es replican la posición de la FAO (organismo especializado en Alimentación y Agricultura de la ONU). Entre las causas, se comenta que los «costes de producción son generalmente más altos debido a que es necesario un mayor trabajo previo para conseguir que el producto sea completamente orgánico.
Otra causa es un mayor coste de transporte del material cosechado, ya que las cantidades suelen ser menores y deben ir separadas de los productos convencionales, lo cual da lugar a unos envíos más ineficientes y que por ende cuestan más.
Además, «el hecho de que los consumidores de productos ecológicos estén concienciados y dispuestos de antemano a pagar más por dichos bienes hace que los precios se mantengan altos, pudiendo permitirse márgenes más elevados».
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