Las calles y callejuelas de la milenaria León esconden rincones encantadores y a la vez desconocidos para la mayoría de visitantes que, sin casi darse cuenta, descubren un pedacito de la Castilla más auténtica. A pesar del frío recurrente de la vieja ciudad castellana, hay sitios como los obradores de ReyDulce, donde el calor se mantiene casi constante durante todo el año sin hacer caso a la veleidad de las estaciones. Allí cogen forma y se tuestan desde trenzas y roscas a bizcochos y empanadas. La estrella de la casa es la empanada de cecina y queso de cabra, toda una delicia gastronómica conocida sobre todo por sus vecinos.
De hecho, la fama de sus dulces y salados está ya tan asentada en la ciudad como los pilares que sustentan la vieja catedral. Ahora, también se puede disfrutar en mentta de todos sus productos.
En 1988, fruto de la necesidad, el matrimonio Castro decidió emprender un pequeño negocio familiar montando un kiosko donde vender golosinas. Pensaron, al poco de empezar, en incluir alguno de los postres caseros que tanto éxito tenían entre la familia. Poco tiempo después, ante la reacción de los que se animaban a probar aquellos nuevos productos, el kiosko pasó a ser un obrador siendo los dulces de hojaldre a lo único que se dedicaban. Se había corrido la voz por León, y ReyDulce era ya uno de aquellos sitios que se recomendaban entre vecinos, familiares y amigos.
Llegaron los años 90. Fueron años de duro trabajo, de pelear por el negocio y por ampliar la variedad de productos para satisfacer el paladar del cliente. Poco a poco, la empresa fue creciendo y asentándose en León, haciéndose un proyecto cada vez más grande y conocido.
A finales de los 2000, José Miguel tomó las riendas del negocio de sus padres, conservando el espíritu y sobre todo las recetas originales de aquel kiosko de barrio. Hoy en día, según reconoce, «nos centramos en trabajar las cosas con el mismo mimo que siempre, usando materias primas de productores locales».
A pesar de haber introducido maquinaria moderna en los dos obradores para facilitar la producción, mantienen «la artesanía y calidad de siempre». De hecho, asegura, «no salen dos hojaldres con formas iguales, porque seguimos buscando que cada cosa que salga del horno siga siendo único «.
QUIERO VER LAS EMPANADAS DE REYDULCE
José Miguel reconoce que los tiempos de la actual crisis han sido «duros» pero que a pesar de ello, han sabido adaptarse y capear el temporal, llegando incluso a aumentar la contratación. Actualmente son 20 personas las que componen la plantilla con un total de 7 establecimientos en diferentes puntos de León. «El próximo paso será abrir nuevos locales y franquicias fuera de la ciudad», avanza.
Tras la cristalera de las tiendas ReyDulce, el cliente puede encontrar la más amplia variedad de dulces y salados. Con el paso del tiempo han ido introduciendo nuevos productos y recetas utilizando las materias primas típicas de la zona y de los lugares más próximos, siendo siempre un referente de frescura y calidad.
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