Con el calor campando a sus anchas por el ancho y largo del territorio patrio, uno de los retos recurrentes durante esta época del año para todo mortal es la de conservar nuestra comida y bebida a una temperatura fría, evitando a toda costa el manto caliente que se empeña en arroparnos cada verano y que nos empuja a emigrar temporalmente a hábitats más frescos. Si estás pensando en un plan aire libre, mejor que tengas en cuenta estos consejos para conservar la comida al sol…
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Si vas a llevar una nevera con tu propia comida, la más recomendable es separar la comida en diferentes recipientes en función si los alimentos están crudos y cocinados. En este último caso, lo más adecuado es mantener todos los alimentos en la nevera de casa hasta que salgamos
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Uno de esos pequeños placeres de los que disfrutar en la playa o en la piscina es el de rellenar la nevera portátil con un sinfín de hielos para enfríar nuestras cervezas y refrescos. El problema es que, al final, esos hielos atacan directamente a la línea de flotación de la nevera, convirtiéndola en un lago que «ahoga» todo lo que haya en el interior. Por eso, o bien separamos bien las cosas antes de meterlas o bien usamos recipientes herméticos para evitar disgustos.
Poner frutas maduras al sol no es una buena idea. Con el calor las frutas aceleran su proceso de maduración, por lo que si llevamos, por ejemplo, unos plátanos algo oscurecidos a nuestro día de playa o piscina y están expuestos al calor, es muy posible que al cabo de unas horas se conviertan en un color.
Los huevos nunca se han acabado de llevar bien con las altas temperaturas, salvo que haya una sartén caliente por medio. Por eso es muy recomendable prescindir de salsas como la mayonesa para evitar sorpresas desagradables a nuestro estómago.
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Si no tenemos una nevera portátil, debemos buscar soluciones. Una de ellas puede ser crear un aislamiento térmico para nuestra comida y bebida. Por ejemplo, colocar el tupper bajo varias capas de ropa y poner al lado una botella de agua congelada.
También podemos valernos de la baja temperatura del agua de un río (o incluso del agua del mar) para mantener frescas nuestras bebidas al sumergirlas durante un rato. Si tenemos comida herméticamente sellada, también podemos hacerlo.
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