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La historia de los caramelos en la guerra de Corea. Guerra Fría. Año 1950. Tropas estadounidenses, británicas y surcoreanas luchan en nombre de la ONU en una Corea dividida en dos tras el final de la Segunda Guerra Mundial. La parte norte, más desarrollada e industrializada, se encuentra bajo el mando del Partido de Trabajo de Corea (cuyo líder es Kim Il Sung), que cuenta con el apoyo de la República Popular China y de la URSS, mientras que la parte sur, de influencia estadounidense, cuenta con el apoyo de las principales potencias occidentales.
En noviembre, lo que se pensaba que podría ser la ofensiva final que decantase la guerra en favor de la facción pro-Corea del Sur se convirtió en uno de los episodios más duros para los aliados de la ONU. El traslado de tropas chinas al bando norcoreano por un lado, y una fuerte ola de frío siberiano por otro, acabó por complicar la situación para E.E.U.U y compañía, que empezaron a perder suministros y tropas por congelación.
Para intentar revertir la situación, los combatientes pidieron que se enviara en cuanto antes una remesa de «tootsie rolls», nombre en clave para denominar a los proyectiles de obuses. Las cajas con los mencionados suministros no tardaron en caer del cielo gracias al apoyo aéreo, sin embargo el contenido de los paquetes no era el esperado.
Por lo visto, alguno de los soldados estadounidenses encargado del suministro, probablemente novato, se tomó al pie de la letra lo de los «Tootsie rolls» encargándose así de que un lluvia de dulces de chocolate se precipitasen sobre el cielo coreano.
Los aliados, al principio contrariados ante aquella equivocación, acabaron sobreviviendo gracias a aquel error. Ante la dificultad de conseguir alimentos, los caramelos resultaron durante unos días el único y más importante aporte energético de los soldados gracias a su contenido rico en grasas, proteínas, carbohidratos y minerales. Gracias a esto, se les conoce como los caramelos de la guerra de Corea.
Además, algunos de estos dulces los fundieron para tapar fugas y agujeros y hacer otros apaños.
Fuente: Blog historias de la Historia / ABC