Ingredientes Harina de trigo, levadura fresca de panadería, agua, azúcar, sal y mantequilla.
Alergenos
¿Te lo imaginas ligeramente humeante, recién salido del horno? (recomendamos 3 minutos al horno caliente) percibes ese olor a recién hecho, cruje un poco al morderlo, después sus láminas exteriores de hojaldre se deshacen en la boca y finalmente llegas a la mantequillosa, tierna y esponjosa masa del centro, ¿delicioso verdad? Las claves del éxito del croissant radican en: Por un lado, es muy sencillo, pero a la vez muy complicado. Parece una receta muy fácil de hacer, pero en realidad no es nada fácil conseguir una masa hojaldrada con el punto justo de crujiente en todas las capas. Tiene el equilibrio perfecto entre lo dulce y lo salado. Lo podemos consumir con dulces como mermeladas o chocolates o con salado como fiambres o quesos. Además, es muy versátil y, tiene un tamaño muy polivalente. Es liviano. No se hace pesado ni de comer ni de digerir, por eso es apto para consumir a cualquier edad. No es empalagoso y mezcla bien tanto con el café como con los zumos de frutas. Por último, pero no menos importante, la experiencia sensorial que supone notar el crujido de cada una de sus capas. En resumen, el croissant es un producto delicioso, ligero, versátil y asequible que combina a la perfección con casi cualquier producto.