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Allende ha ido evolucionando en sus sucesivas añadas. Allende, hoy, es un muy buen rioja, moderno pero tan bien hecho y bebible como los de antes. La primera impresión es de terruño, de esa tempranillo arraigada al terruño riojano, y también de vino de corte moderno, por su jugosidad y su cuerpo; es un vino pleno pero muy amable. La segunda impresión, de seriedad y rigor; es cautivador. Lo analizamos al mismo tiempo que lo disfrutamos en cada sorbo. De color picota oscuro y capa alta, sin llegar a ser opaco, ofrece aromas de fruta madura, de frutas rojas (cerezas, granada), unos aromas frutales concentrados que dan ya en nariz una sensación de jugosidad, de intensidad, nos anuncia un vino frutal. Acompañan esa frutosidad un agradable perfume de terruño, unas notas especiadas, un toque de chocolate y con aireación desprende también esas notas húmedas, de cueros e incluso un toque salino que nos recuerdan tanto a los grandes clásicos riojanos. A remarcar también su perfecta integración alcohólica, los suaves balsámicos y minerales (grafito) que se activan al respirar en la misma copa, y su final ligeramente terroso. Les recomendamos decantarlo una media hora antes, para poder disfrutar mejor de su notable complejidad. Lo mejor, esa sensación de armonía y su paladar, tan jugoso y maduro, con sensaciones glicéricas que llenan la boca pero que discurren con mucha facilidad sobre la lengua. De aquellos vinos que invitan a beber y beber. Definitivamente, un clásico de hoy y un placer para los sentidos.
Miguel Ángel de Gregorio solo tenía 9 meses cuando su familia se trasladó de La Mancha natal a la Rioja, donde su padre, Nicolás de Gregorio, trabajó como responsable del viñedo en la emblemática bodega Marqués de Murrieta. En 1995 decidió dedicarse por completo a Finca Allende, su proyecto personal. Las primeras añadas las elaboró en una antigua bodega datada del siglo XVII en Briones (Rioja), hasta que en 2002 finalizaron las obras de su nueva bodega ubicada en un histórico palacio (del siglo XVII) también en Briones. Finca Allende está elaborado con tempranillo de cepas con una edad media de 45 años podadas en vaso. Son viñas que crecen sobre suelos arcillosos con gravas, cultivadas de forma sostenible y respetando el entorno. Después de una crianza durante 14 meses en barricas bordelesas de roble francés con trasiegos cada 4 meses, se embotelló sin filtrar ni clarificar. En nariz aparecen las frutas rojas como las cerezas y las fresas maduras que perfuman un conjunto en el que poco a poco van apareciendo notas de pimienta, canela, mazapán, vainilla, tostados, chocolate y un amplio abanico aromático que va variando con el tiempo. En boca es equilibrado, estructurado y en su justo punto para disfrutar o guardar durante más de 10 años. Una botella de placer para acompañar carnes blancas, rojas, caza y todo tipo de guisos. Envejecido durante 14 meses en barricas de roble francés.