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La esencia del Astrales se encuentra en las raíces de las cepas de entre 25 y 80 años de edad que arraigan en los suelos arcilloso-calcáreos de Anguix. Repartidas en pequeñas parcelas plantadas en vaso, las cepas deben esforzarse para ofrecer rendimientos suficientes, luchando contra viento, heladas y sequía. No se emplea herbicida alguno y los tratamientos con azufre se limitan al mínimo, con el objetivo de respetar la biodiversidad de la tierra. En bodega se trabaja con levaduras autóctonas y se intenta, al igual que en el campo, intervenir sólo cuando resulta imprescindible. Se buscan maceraciones no demasiado largas y se intenta que la gravedad haga la mayor parte del trabajo. Un 30% de las botas se renueva anualmente, con el fin de que la madera no marque demasiado el vino, pese a sus 18 meses en roble, resultando un vino muy equilibrado de principio a fin. Detrás de una capa muy intensa el Astrales esconde unos delicados aromas de ciruelas negras y cerezas picotas que afloran sobre una profunda mineralidad y un encantador frescor balsámico. Moras silvestres, alguna nota láctica y sí, recuerdos tostados de la madera en forma de vainillas y café. En boca el juego taninos-acidez magnifica un cuerpo sedoso cargado de carácter. Matorral, tinta, cacao... su aromática parece no tener fin. Se despide con la sequedad justa para resultar elegante y la carga frutal óptima para permanecer en el recuerdo. Envejecido durante 18 meses en barricas principalmente de roble francés (80%), renovadas anualmente en un 30%.