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Alfred Tesseron, actual líder del Château Pontet-Canet, se autodefine como agricultor, no como enólogo (pese a serlo), y justifica dicha opinión con un argumento irrefutable: "mi trabajo y el de mi equipo se centra en la viña, no en bodega". Los vinos de Château Pontet-Canet emanan energía e intensidad, se expresan con libertad. La fuerza, una precisión frutal insospechada y una clase innegable se han convertido en las señas de identidad de la casa. Sus vinos seducen por la densidad de la fruta, la finura de la boca y su elegancia natural. El color es púrpura, la nariz un juego de frutas del bosque y especias sobre un fondo de grafito. En boca son expresivos, densos y ricos, conducidos por una acidez equilibrante. Uno tiene la sensación de estar mordiendo pura fruta, puro placer. De los vinos elaborados en Pontet-Canet, el que luce únicamente el nombre de la bodega en su etiqueta es su gran vino: el Château Pontet-Canet. Con un corte compuesto habitualmente por dos tercios de cabernet sauvignon y un tercio de merlot, y pequeños aportes de petit verdot y cabernet franc, exhibe un perfumado y nítido bouquet de cerezas picotas, ciruelas y violetas que no deja de crecer con la aireación; el grafito y un recuerdo a incienso redondean la aromática. La boca es de cuerpo medio, con una textura ligeramente granulosa, medida acidez, profundidad moderada y taninos redondos que convierten su textura en seda. Su final ligeramente especiado y muy vivo es puro equilibrio. El Château Pontet-Canet, vecino rebelde de Mouton-Rothschild, es un Pauillac con una mineralidad y un carácter muy especiales que le han hecho merecedor del apelativo de "el pinot noir de Pauillac". Sin duda, un asombroso vino de Burdeos, para conocer y gozar con pausa. Para la crianza se emplean barricas nuevas y seminuevas, con alto aporte tánico.

En el pasado esta propiedad con 75 hectáreas de viñedo en una de las zonas más proclives del mundo, justo al lado del majestuoso Château Mouton-Rothschild, habia puesto su etiqueta a vinos mediocres, comercializándolos sin que fueran fruto de sus viñedos. Solo a partir de los años 70, con la adquisición de la empresa por parte de los Tesseron, se empezó de nuevo a embotellar la producción propia, y a finales de los 80 la calidad empezó a elevarse y Pontet-Canet ha recuperado su sitio entre los mejores productores de la zona. Además, la irrupción de una segunda etiqueta, Les Hauts de Pontet, ha hecho que sólo lo mejor de la producción se utilice para las botellas de Château.