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Benjamín Romeo es un viticultor ante todo, y no es la primera vez que lo decimos. Como tampoco, que no deba extrañarnos que sus vinos sean esencialmente frutales. Tienen una elegancia y finura especiales, pero destaca siempre su frutosidad. Para Predicador, dedica la uva de las viñas más jóvenes de la propiedad (cepas de entre 20 y 35 años), mayoritariamente de tempranillo aunque con un no menospreciable aporte de mazuelo (9%), capaces de alcanzar la concentración y el equilibrio que caracterizarán a este vino. Predicador es un pulido extracto de uva, con toda la riqueza y complejidad de todo buen vino. Benjamín Romeo es también enólogo y un hombre muy meticuloso y exigente; por descontado, el trabajo en bodega no es menos importante y lo apreciamos en la suavidad táctil del vino, en esos taninos aterciopelados que sostienen esa fruta fresca. El vino se cría en barricas de roble francés, pero no nuevas, sino de un vino; equilibrio entre fruta y roble siempre. Predicador es un tinto de color brillante e intenso, que huele a fruta y huele a tierra, pero también a balsámicos, a notas mentoladas y de hierbas del campo; esa sensación de arraigo a la tierra que nos acompaña en todo momento. Es un vino concentrado, maduro, fresco y complejo, con cierta mineralidad (piedras), unas sutiles notas de azúcar caramelizado, de regaliz, de especias (clavo) y de perfume de rosas rojas, y mucho volumen. Decántenlo una hora al menos, especialmente en su juventud y disfrutarán de un vino lleno de vida, de un rioja potente pero accesible, creado para llegar al gran público.