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Si Pétalos es el vino regional, con el que se recogen las distintas personalidades del Bierzo, Corullón es el vino del municipio, el vino de la Villa de Corullón. Es un vino marcado por la potencia, la intensidad de unos suelos pizarrosos y el vigor de unos viejos viñedos, de entre 60 y 100 años; y a su vez, por la elegancia de una textura aterciopelada. Los vinos presentan un carácter fresco y atlántico y parecen recoger tanto el aroma de la uva bien madurada al sol como la frescura de su húmeda vendimia. Delicados, muy aromáticos y con taninos fluidos y sedosos.
Normalmente Villa de Corullón es una selección de viñedo en propiedad en diferentes parajes pertenecientes al municipio de Corullón –San Martín, Fontelas, Valdafoz, Muria, Ferro y Moncerbal– y que suman un total de 10,5 hectáreas. Las cepas están plantadas sobre suelos heterogéneos con una parte inferior de roca pizarrosa de estructura laminar gruesa mayoritariamente del período cámbrico inferior. Un conjunto de laderas muy pronunciadas con exposiciones muy variadas según la parcela y a diferentes altitudes que oscilan entre los 500 y los 950 metros. Las cepas están podadas en vaso con densidades de 6.000 a 7.000 cepas por hectárea y edades que van de los 50 a los 90 años. Tras despalillarse, la fermentación-maceración se llevó a cabo en pequeñas tinas de madera con bazuqueos. Actualmente se está criando en foudres ovales nuevos y usados, en barricas de roble francés nuevas y usadas. Villa de Corullón está formado por un 91% de mencía y un 9% de variedades blancas como valenciana y jerez. Redondo, aromático y amable. Muy para beber. Finísimo. Producción de 28.000 botellas.

Descendientes de J. Palacios llega al Bierzo en 1999 con la ilusión de ensalzar los encantos vinícolas de una región de absoluto origen histórico-religioso. Tras el importante dominio romano (las minas de oro de Las Médulas), el Bierzo se convierte en parada de descanso obligada en el duro peregrinaje del camino a Santiago de Compostela, que tanta atracción produjo en el cristianismo europeo desde el siglo XI, y al que acudían reyes, príncipes y santos. Es durante su máximo esplendor, a partir del siglo XII, cuando se desarrolla un verdadero asentamiento eclesiástico en la región, dando lugar a la convivencia de innumerables órdenes religiosas. Serían estos monjes del norte de Europa que desarrollarían esta especial viticultura que, con la simbiosis de sabiduría, precisión y tiempo, se ha mantenido inalterable hasta nuestros días, ofreciéndonos la singularidad de una uva tinta único: La Mencía, y un patrimonio vitícola incomparable por su arraigo y personalidad. Emplazados vinícolament a la atractiva villa de Corullón, Álvaro Palacios y su sobrino Ricardo Pérez Palacios cultivan 15 hectáreas de viña muy vieja en propiedad, siguiendo la disciplina de la biodinámica en busca de la definición y la pureza. Estos viñedos se encuentran repartidas en unas sesenta pequeñas parcelas con exposiciones muy diversas y sobre diferentes escalas de altitud, debido a la orografía compuesta por laderas con acentuadas pendientes. El origen de la formación del suelo pertenece al período cámbrico inferior, caracterizado por una estructura de pura roca pizarrosa laminar y gruesa, muy mineral, con cuarcitas, areniscas y arcillas, combinando una disposición horizontal y oblicua respecto al suelo, aspecto que acentúa carácter del terruño. El clima continental de influencia atlántica y la pluviometría, superior a los 600 mm anuales, de esta verde y montañosa región, refleja la frescura y fragancia en sus vinos de importante profundidad, volumen y esta sensación viva y jugosa de pulpa de cereza dentro de una textura y carácter sedoso y amable.