Un vino de altitud lleno de frescura. Viñedos ubicados a una altitud de 350 metros, en el corazón de un parque natural, ofrecen una nariz particularmente expresiva y fresca, dominada por frutas maduras. En boca, la elegancia y la suavidad predominan, con un ataque franco que evoluciona hacia una paleta de aromas de pimienta y especias. La finura de los taninos testimonia la influencia de una generosa exposición al sol en altitud, revelándose con una exquisita delicadeza. Ideal para acompañar carnes rojas a la parrilla, cordero, aves o quesos cremosos.