Más información

Cuando un vino lleva los apellidos del productor es como si el buen nombre de la familia estuviera en juego con cada botella. En la bodega López Cristóbal, sin embargo, no hay nada que temer: los cuatro vástagos de la casa, un Roble, una Crianza, un Reserva y un Selección, no sólo defienden con honradez y gran carácter el honor de la familia sino que acompañan perfectamente al privilegiado, Bagús, su vino de pago. Sus ases: unas uvas de calidad, un trabajo en familia y pasión y amor por lo que acaban vertiendo en cada botella. Santiago López es un gran apasionado del mundo rural y de la viticultura, y junto a su mujer Lola Cristóbal y su hijo Galo, elabora estos cinco vinos con un estilo caracterizado por la elegancia y la autenticidad. Hay algo de noble en todos ellos: son vinos de familia, auténticos, vinos para disfrutar, que hacen, además, sentirnos en casa. Tomemos su Crianza como ejemplo. A pesar de su juventud muestra una nariz refinada. En un primer plano aparecen inicialmente los aromas de crianza, pero permítanle abrirse, decántelo, y verán como despliega todos sus encantos. Su elegante fragancia nos desvela desde intensos aromas frutales, de fruta roja y negra fresca (el carácter joven del vino es evidente) a aromas especiados, notas frescas (y cítricas: de corteza de naranja), florales (flor de naranjo), balsámicas, toques ahumados; un conjunto complejo y redondo. Con aireación y tiempo en copa, exhibe además un interesante e original fondo terroso. En boca, su textura aterciopelada con sabores acordes con los aromas percibidos en nariz, nos hacen preguntar hasta qué punto ese 5% de merlot no es el responsable final de una tal finura. Es intenso, con una entrada limpia, frutal y jugosa, de cuerpo medio y una estructura tánica pulida con buenas perspectivas de guarda. Las notas de crianza son elegantes y persisten en el postgusto (café, cueros). En definitiva, un vino interesante, bien hecho, especialmente para disfrutar en familia.