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Hay paisajes que impresionan y el Bierzo es realmente uno de ellos, un tejido de pequeñas parcelas, laderas abruptas y microclimas variados, con una uva tinta, la mencía, que ofrece vinos frutales, suaves y elegantes. He aquí uno de ellos: Finca La Cuesta, un vino cuyo nombre ya casi lo dice todo. De los tres tintos de la bodega, es el que se elabora con la uva de los viñedos de media altitud: de las cepas más jóvenes Luna Beberide elabora su Mencía Joven; de las que crecen a 500-600 metros de altitud y cuya edad supera los 60 años, este Finca La Cuesta; y de las del pico de la ladera, a unos 700-800 metros, su vino Art, el más concentrado y mineral. Finca La Cuesta es un vino frutal, suave, elegante y mineral (los suelos son arcillo-calcáreos y de pizarra descompuesta), y de un perfil muy accesible, lo que es de agradecer. A la vista es glicérico, de un color picota oscuro, limpio y de media capa, y en nariz y en boca es complejo y noble. Ofrece un amplio abanico de notas de cueros, balsámicas, minerales, especiadas, bien mezclados con aromas frescos de fruta silvestre y de panal de abejas. Entra en boca con suavidad pero con vigor, tiene nervio y es intenso, frutal y con buena estructura. Es un vino que denota pureza, nobleza. Tiene una potencia notable y unos taninos que le auguran una buena evolución, y, si tenemos que encontrarle un punto débil, apuntaríamos que no es muy largo, su final queda algo debilitado por la presencia de una acidez algo punzante aunque sin agresividad, la cual acaba por difuminarse con el tiempo, quedando compensada por esa deliciosa complejidad que se amplía aún más con la aireación en copa. Un buen mencía, un buen vino. Envejecido durante 14 meses en barricas de roble francés nuevas y seminuevas.