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El tarro de cristal contiene una trufa negra conservada de forma natural en su propio jugo y sal. Su preparación es todo un arte minucioso, donde se consigue conservar de forma sutil la trufa negra con su aromático olor.
Durante una cocción optima, la trufa suelta el jugo que se necesita para ser conservada sin perder ni una pizca de su profundo sabor. Obteniéndose del primer hervor, es decir, se cocina una sola vez para quedarse con todo el sabor.
Lo que le hace destacar a esta trufa en su jugo es su intenso sabor, y por eso es un claro reclamo de tener trufa negra todo el año, porque su temporada es sólo de diciembre a marzo.
Este tarro de trufa en su jugo se utiliza para cocinarla, laminarla o rallarla en los platos como pasta o salsas.
Esta variedad de trufa, tuber melanosporum, es la más compleja en cuanto al sentido del olfato, por eso durante la cocción se tiene mayor cuidado para no perder su aroma característico. El envase puede conservarse sin abrir hasta un máximo de 5 años, en un lugar fresco y seco. Pero, una vez abierto debe mantenerse en el frigorífico y no más de 7 días.