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El Muga Crianza es, a pesar de su nombre, un vino con una crianza de la categoría de un Reserva. Reconocemos en él el estilo de la casa, conocido por todos, y con cada botella, nada sorprende y todo complace. Las uvas para su elaboración son mayoritariamente de tempranillo y garnacha, y provienen de terrazas arcillo-calcáreas; fermentan con levaduras indígenas y por separado, en los icónicos fudres de roble de la bodega, para después envejecer en barricas de la propia tonelería de Muga durante 24 meses; un año en maderas nuevas y el siguiente en toneles usados. Tal y como manda la tradición, el vino se clarifica con clara de huevo antes de pasar a las botellas para seguir afinándose durante un año antes de su irrupción en el mercado. Abrimos la botella y nos encontramos con un vino pletórico de color cereza, cargado de aromas de ciruelas, cacao y matorral, así como de reminiscencias ahumadas y avainilladas que nos recuerdan las maderas. En boca es un vino elegante y muy equilibrado, siempre con un destello de acidez que lo conduce ágil por la boca. Su tacto es carnoso y terroso, y el vino avanza con decisión por el paladar repartiendo recuerdos minerales, taninos dulces y maduros, clasicismo y amplitud. Su final largo y especiado nos recuerda que estamos ante un tinto de referencia que pese a su precio ofrece enorme placer añada tras añada. Envejecido durante 6 meses en cubas de roble americano y durante 24 meses en barricas de roble americano y francés de 225 l. Posteriormente, descansa en botella durante otros 12 meses.