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Fruta y complejidad encajan a la perfección en un vino que podríamos denominar el reserva del siglo XXI. Elaborado mayoritariamente a partir de uvas Tempraniillo procedentes de los viñedos que la bodega posee en Mendavia, una crianza de 20 meses en barricas nuevas de roble americano y sus 24 meses de reposo en botella le han hecho alcanzar su plenitud aromática y gustativa, convirtiéndolo en un verdadero regalo para el paladar y, porque no decirlo, para el bolsillo. De brillante color cereza de borde grana y lágrima densa y abundante, en nariz fascina por su intensidad frutal (frambuesas y moras) y los recuerdos perfectamente ensamblados de su noble y bien medida crianza. Los recuerdos de coco y caramelo se combinan con los tonos frescos de monte bajo perfilando una nariz perfectamente equilibrada y franca. Su entrada en boca es impactante y su paso voluminoso y untuoso, de taninos redondos y buena acidez. Las especias (pimienta, clavo y vainilla) y la fruta madura dominan el retronasal al tiempo que finos toques ahumados y delicados recuerdos a cacao cautivan desde un plano secundario. Su elegante y complejo bouquet deriva en un largo e intenso final adornado de frutos rojos y reminiscencias a bosque mediterráneo. Para la crianza sólo se emplean barricas nuevas, con alto aporte tánico.