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La colaboración creativa continúa avanzando: Dom Pérignon y Lady Gaga se unen para dar vida a una nueva obra, resultado de su mutua ambición de explorar la armonía en medio de tensiones, fusionando contrastes y dualidades.
Durante el año vitícola de 2008, los cielos grises y nublados se adueñaron de la escena, en una notable excepción en una década caracterizada por un sol generoso y descarado. La primavera y el verano se destacaron por la persistente falta de luz y calor. Sin embargo, en septiembre, un milagroso y tardío cambio climático permitió que la añada se llevara a cabo.
El inicio de la vendimia el 15 de septiembre se benefició de condiciones finalmente favorables, con un sol brillante y vientos constantes del norte al noreste. La vendimia se extendió en el tiempo para aprovechar al máximo este regalo inesperado. La madurez de las uvas superó todas las expectativas, revelando un equilibrio excepcional y refinado, con una fruta en un estado impecable.
Nariz: En cuanto a los aromas, el bouquet se despliega al instante con notas de frambuesas y fresas silvestres. Pronto, se suman notas empolvadas de iris y violeta que se entrelazan con la fruta y perduran en el tiempo. A medida que el vino respira, emergen matices más frescos que evocan las hojas de la alheña, la angélica y el alcanfor.
Boca: Las sensaciones iniciales son táctiles, aportando una textura aterciopelada y con cuerpo que se desarrolla suavemente, intensificándose gradualmente. La firme acidez, una característica de la vendimia, aporta estructura a la pinot, haciendo que el corazón del vino vibre. El final es marcado y duradero, con matices de peonías y pimienta blanca.
La colaboración creativa continúa avanzando: Dom Pérignon y Lady Gaga se unen para dar vida a una nueva obra, resultado de su mutua ambición de explorar la armonía en medio de tensiones, fusionando contrastes y dualidades.
Durante el año vitícola de 2008, los cielos grises y nublados se adueñaron de la escena, en una notable excepción en una década caracterizada por un sol generoso y descarado. La primavera y el verano se destacaron por la persistente falta de luz y calor. Sin embargo, en septiembre, un milagroso y tardío cambio climático permitió que la añada se llevara a cabo.
El inicio de la vendimia el 15 de septiembre se benefició de condiciones finalmente favorables, con un sol brillante y vientos constantes del norte al noreste. La vendimia se extendió en el tiempo para aprovechar al máximo este regalo inesperado. La madurez de las uvas superó todas las expectativas, revelando un equilibrio excepcional y refinado, con una fruta en un estado impecable.
Nariz: En cuanto a los aromas, el bouquet se despliega al instante con notas de frambuesas y fresas silvestres. Pronto, se suman notas empolvadas de iris y violeta que se entrelazan con la fruta y perduran en el tiempo. A medida que el vino respira, emergen matices más frescos que evocan las hojas de la alheña, la angélica y el alcanfor.
Boca: Las sensaciones iniciales son táctiles, aportando una textura aterciopelada y con cuerpo que se desarrolla suavemente, intensificándose gradualmente. La firme acidez, una característica de la vendimia, aporta estructura a la pinot, haciendo que el corazón del vino vibre. El final es marcado y duradero, con matices de peonías y pimienta blanca.