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Gramona creó sus Vi de Glass en 1997 buscando la esencia de la uva y teniendo como modelo los exquisitos vinos de hielo alemanes, los famosos Eisweine. Son vinos dulces de concentración natural que se diferencian de los Eisweine principalmente por el hecho de que la congelación no tiene lugar en el viñedo sino en la bodega, en cámaras especiales, del mismo modo que las prestigiosas cocinas de vanguardia se sirven del nitrógeno para sus sublimes creaciones gastronómicas. Con el fin de expresar toda la esencia de la uva, Gramona elabora su Vi de Glass Riesling con uvas recogidas tardíamente, que congela en dos cámaras que trabajan a -15ºC con ayuda de nitrógeno líquido. Así favorecen la celeridad de congelación de las uvas y la homogeneidad del resultado. El mosto fermenta durante un período más largo de lo habitual, dos meses y medio, por la elevada concentración de azúcar y de este proceso resulta un vino afrutado y muy concentrado, dulce y refrescante al mismo tiempo, rico en aromas exóticos, que envejecerá sin límite en esta botella de cristal grueso y oscuro, especialmente diseñada para proteger su crianza. Vi de Glass Riesling es un vino dulce de gran expresividad aromática; en nariz predomina su frutosidad (cítricos, mandarinas, piña y pera) y un carácter floral sobre un sutil fondo de miel y hierbas aromáticas. En boca ofrece una entrada amable y un paso sedoso y untuoso con un final muy refrescante que equilibra el dulzor sin llegar a empalagar. Resulta ideal como un vino de media tarde si lo abrimos aún siendo joven, o con macedonias, trufas... un vino de postre, en definitiva; pero también ideal al lado de quesos fuertes, foies... a medida que va envejeciendo.