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Cuando una bodega como Muga lanza un nuevo vino conviene estar muy atento, pero si además se trata de un rosado de gama alta, debemos agudizar los sentidos doblemente. Flor de Muga se elabora únicamente con uvas garnacha de viejas cepas que la bodega posee a unos 700 metros de altitud, sobre suelos arcillosos. El mosto flor de los mejores granos de uva seleccionada fermenta a bajas temperaturas en pequeños fudres de madera, pues la limitada extensión de las parcelas seleccionadas para la elaboración de este Flor de Muga no permite grandes volúmenes. Después, un trabajo de cuatro meses con las lías finas añade una nota extra de untuosidad al conjunto. En el ensamblaje final, se combinan los vinos de las distintas parcelas para llevar la complejidad en el mundo de los rosados a un nuevo registro. Si se cuentan ustedes entre los afortunados que puedan descorchar una de las maravillosas botellas de Flor de Muga, encontrarán un vino de discreto color rosado con reflejos violetas, fruto de la corta maceración de las pieles, cuya principal virtud no es la potencia, sino la elegancia. Es complejo, fresco y delicado, con las fresas y los pétalos de rosa adornando su nariz y el tacto aterciopelado adueñándose de su boca. Mineral, equilibrado, en una palabra, único.
Flor de Muga Rosé está elaborado a partir del mosto flor más puro de garnacha de viejos viñedos (de entre 70 y 90 años) con una corta maceración con sus pieles. Fermentó en pequeños depósitos de madera, donde el vino permaneció con las lías finas, con bâtonnages periódicos, durante más de cuatro meses. Un vino con la textura de un blanco graso y con un fresco, nítido y delicado final. Ideal con un tartar de salmón, crustáceos y arroces de marisco. Fermentado en pequeños depósitos de madera, parcela por parcela. Tras la fermentación se cría, con sus lías finas, durante un mínimo de 4 meses.