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Es un vino de casta y personalidad aristocrática, tanto en los vinos como en las instalaciones. El Château fue restaurado completamente por André Mentzenpoulos. Gracias a esta restauración y los consejos del profesor Peynaud devolvieron el Château Margaux en la cima de los grandes. Es un vino grácil, discretamente perfumado y de elegante bouquet. Se dice que Margaux produce el vino más límpido y fragante del Médoc, o al menos es lo que corroboran los registros históricos, y lo cierto es que la realidad actual está poniendo a esta altura. El suelo de Margaux es el más fino del Médoc y el que presenta la mayor proporción de grava gruesa. En cuanto a los nutrientes, es el que menos tiene para ofrecer a la cepa, pero tiene un buen drenaje, incluso en los años lluviosos. El resultado son vinos que inician su existencia con relativa flexibilidad, aunque en años pobres tienden a «flaquear». No obstante en los años buenos o excelentes, todos los comentarios sobre las virtudes de la grava están justificados: el buen Margaux posee tal delicadeza y una fragancia tan maravillosamente dulce que puede llegar a ser el Burdeos más exquisito.