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Quinta Quietud es un verdadero vino de terruño, un auténtico Toro con aires de rusticidad pero siempre elegante y complejo. Un vino con un exquisito equilibrio, que combina deliciosamente la concentración y el dulzor que le ofrecen las uvas de tinta de Toro con la mineralidad y la buena acidez que sólo permiten las viejas cepas. Es un vino corpóreo, con estructura, cálido y concentrado, maduro pero fresco, que con el tiempo en botella alcanza una elegancia exquisita y ofrece un inmenso placer. De todos es sabido que las uvas de tinta de Toro tienen una aparente rusticidad; hay que saber domesticarlas y para ello es necesaria la experiencia y la sabiduría. En Quinta de la Quietud están en buenas manos, las de Jean-François Hébrard, su director técnico, un enólogo de origen bordelés que sabe perfectamente cómo conseguir que ese vigor se convierta en dulzor y en una textura de terciopelo, un guante en boca. Quinta Quietud es un vino serio, es el vino emblemático de la bodega y su vino de guarda. Es muy fresco, con una larga vida y mucha fruta roja madura, fruta fresca, con recuerdos incluso de manzanas crujientes que refuerzan esa sensación refrescante. También son muy evidentes en él, y características, sus notas de cueros, especialmente tras la madurez de algunos años en botella: cueros y una sensación terrosa. Es un vino elegante, amable en boca, dulce, jugoso y muy agradable. Quinta Quietud se elabora únicamente con uvas de la variedad tinta de Toro, procedentes de viñas de entre 20 y 80 años, con maceraciones largas (unos 15/18 días) y una crianza tradicional: unos 20 meses en barricas de las cuales sólo un tercio son nuevas, un tercio de un vino y un tercio de dos vinos; el 70% de ellas de roble francés. Envejecido durante 20 meses en barricas de roble francés.