Acabamos de inaugurar febrero, un mes en el que la huerta sigue dando muchos de los más ricos alimentos de invierno. Aunque sigue haciendo frío, en algunos puntos de nuestro país la primavera empieza a despertar, y las verduras de temporada son un gran opción para nuestra mesa. En esta época contamos con muchas raíces y verduras que nos van bien para elaborar cremas, caldos y potajes: acelgas, borrajas, apio, todo tipo de coles, calabaza, cardo, cebollas, chirivías, espinacas, grelos, puerros de invierno, remolachas, patatas viejas…
Veamos cuáles son las cinco verduras de temporada más nutritivas y beneficiosas para nuestra salud, que podemos consumir y encontrar fácilmente a partir de febrero.
Alcachofas
Aunque su temporada se inicia en otoño, la planta puede tener una segunda floración, que tiene lugar entre febrero y marzo. La alcachofa es, sin duda, una de las flores comestibles más suculentas. Combina sustancias dulces y amargas que le otorgan un sabor único, pero también unas propiedades que la hacen idónea para cuidar el hígado, el corazón y el aparato digestivo.
Entre sus compuestos destaca la cinarina, que al estimular la producción de bilis mejora la digestión; también ayuda a reducir el colesterol y regenerar el hígado. Ese toque dulce que notamos en el paladar lo pone la inulina, un prebiótico que contribuye a la regulación de la insulina y al equilibrio de la flora intestinal.
Cruda en ensaladas, al horno, salteada, al vapor, guisada, en crema… La alcachofa nos ofrece un amplio abanico de posibilidades dentro de la cocina. Aprovechando que están de temporada, puedes comprarlas frescas y preparar con ellas una deliciosa menestra, aunque también puedes conseguir corazones de alcachofa en conserva de excelente calidad.
Guisantes
Los guisantes, además de ser una gran fuente de proteína vegetal, son ricos en vitaminas del grupo B. También proporcionan fósforo, magnesio y hierro, fundamentales para el desarrollo de los huesos y del sistema cognitivo. Aprovechando su mejor momento, los guisantes también se pueden comer crudos, como más les gustan a los niños, o bien añadirlos a las ensaladas. Así se aprovecha mejor su vitamina C, que se pierde en su mayor parte con la cocción. Si prefieres hacer con ellos un plato caliente, puedes saltearlos con unas virutas de jamón y un poco de cebolla. Fácil y exquisito.
Acelgas
Las verduras de temporada humildes son a veces las más agradecidas: las acelgas te aportan muy buenas dosis de vitaminas A, B1, B2, B6 y C, además de minerales como potasio, calcio, magnesio y hierro. Además, las acelgas contienen 13 polifenoles antioxidantes, entre ellos el ácido siríngico, que favorece el control de los niveles de insulina en la sangre.
Durante otoño e invierno es posible encontrar acelgas muy frescas que resultarán deliciosas en potajes y como guarnición, simplemente hervidas y aliñadas con un chorrito de aceite de oliva. También puedes cocerlas unos minutos al vapor, o comprarlas ya preparadas en conserva.
Calçots
Durante el invierno y hasta principios de primavera, estas cebolletas son las protagonistas de numerosos encuentros de familiares y amigos en Cataluña, aunque las tradicionales calçotadas cada vez se extienden más por toda la Península. Esta delicia de nuestra gastronomía se obtiene de los brotes de cebollas replantadas, cocinadas al fuego. En varias comarcas tarraconenses se utiliza la cebolla blanca tardía de Lleida y cuentan incluso con Indicación Geográfica Protegida: los calçots de Valls.
Al igual que las cebollas y cebolletas, los calçots son ricos en compuestos azufrados de propiedades bactericidas y antimicrobianas. Se consideran prebióticos y buenos aliados de la circulación sanguínea. Además, tienen un gran efecto antioxidante: nos ayudan a descongestionar el hígado y a limpiar el riñón. La salsa romesco sienta de maravilla a los calçots, pero aunque pega bien con cualquier tipo de verdura a la brasa.
Col lombarda
La col lombarda es un gran aliado para nuestra salud. Aporta vitamina C, vitaminas del grupo B, y, como otras coles, compuesto azufrados de acción anticancerígena. Además, posee antocianinas (de ahí su color morado) lo que multiplica su efecto protector, pues las antocianinas son pigmentos antioxidantes que protegen frente al deterioro celular y refuerzan la salud cardiovascular.
Aunque resulta más digestiva si se ingiere en crudo, en ensaladas o simplemente sola con vinagreta y comino, también resulta deliciosa cocida, con cebolla, manzana y un chorrito de vinagre. Las sinuosas hojas de esta col, cortadas en juliana, dan un toque crujiente y ligeramente dulce a la ensalada. Además, puedes aprovechar su jugo como edulcorante y colorante natural.
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